28 de agosto _ San Agustín, Obispo, confesor y Doctor de la Iglesia, D. - Blanco En Hipona de África, el tránsito de san Agustín, Obispo, Confesor y Doctor eximio de la Iglesia, el cual, convertido a la fe católica y bautizado por san Ambrosio, Obispo, la defendió después acérrimamente contra los Maniqueos y demás herejes, y habiendo prestado otros grandes servicios a la Iglesia de Dios, pasó a recibir los premios del cielo. Sus reliquias fueron primeramente trasladadas por causa de los bárbaros desde su ciudad a Cerdeña, y después, por disposición de Luitprando, Rey de los Longobardos, a Pavía, y allí honoríficamente depositadas. n. 13 de noviembre de 354 en Tagaste, Numidia (Argelia); † 28 de agosto de 430 en Hipona. San Agustín, hijo de un pagano de Numidia, que se convirtió al final de su vida, enseñó primero brillantemente retórica en Cartago, Roma y Milán, donde la lectura de un pasaje de San Pablo lo convirtió y donde San Ambrosio lo bautizó. De vuelta a África, después de haber perdido a Santa Mónica, su madre, en Ostia, retirose a la soledad, y después fue ordenado sacerdote y llegó a ser obispo de Hipona. Entró en correspondencia con San Jerónimo y fue el azote de los herejes. Toda su vida lloró su juventud hasta humillarse por ella en el libro de las Confesiones. Su poderoso genio y su maravillosa ciencia brillan sobre todo en su célebre obra la Ciudad de Dios. Murió en su ciudad episcopal cercada por los vándalos, en el año 430, a la edad de 75 años. En Roma, el triunfo de san Hermes, varón ilustre, el cual, según se lee en las Actas de san Alejandro Papa, primeramente encarcelado, y después, con muchísimos otros, degollado de orden del Juez Aureliano, consumó el martirio. En Venosa de la Pulla, el martirio de los santos Septimino, Jenaro y Félix, hijos de los santos Bonifacio y Tecla, a quienes el Juez Valeriano mandó degollar en el imperio de Maximiano. Su fiesta, junto con la de otros nueve hermanos suyos, se celebra el día 1 de Septiembre. En Brioude de Auvernia, el suplicio de san Julián, Mártir, que siendo compañero del Tribuno San Ferréolo y sirviendo ocultamente a Cristo en traje de militar, en la persecución de Diocleciano fue detenido por los soldados, y cortada la garganta, acabó con horrible muerte. En Constanza de Germania, san Pelagio, Mártir, el cual, siendo Emperador Numeriano y Juez Evilasio, decapitado recibió la corona del martirio. En Salerno, los santos Mártires Fortunato, Cayo y Antés, los cuales, en tiempo del Emperador Diocleciano y del Procónsul Leoncio, fueron degollados. En Constantinopla, san Alejandro, Obispo, glorioso anciano, por cuya oración Arrio, condenado en el juicio divino, reventó por medio y arrojó las entrañas. En Santonges de Francia, san Viviano, Obispo y Confesor. Igualmente, san Moisés, Etíope, el cual, trocado de insigne ladrón en insigne Anacoreta, convirtió muchos ladrones y los llevó consigo al monasterio.