25 de agosto _ San Luis, Rey, Confesor de la Fe Sd. - Blanco En Cartago, san Luis IX, Rey de los Francos y Confesor, ilustre por la santidad de vida y por el don de milagros. Sus huesos fueron después llevados a París. n. 25 de abril de 1214 en Poissy, Francia; † 25 de agosto de 1270 en Túnez, Algeria. Patrono de reyes y de la monarquía francesa; barberos y peluqueros; trabajadores de la construcción; cruzados; soldados; padres de familias numerosas; prisioneros; escultores; enfermos; terciarios. Protector contra la mortalidad infantil y las dificultades en el matrimonio. San Luis, rey de Francia, fue dotado de todas las cualidades que hacen a los reyes grandes y a los santos ilustres. Nacido para gobernar a los hombres, fue un héroe en la paz y en la guerra. En toda su vida, según testimonio de su confesor, no cometió ni un solo pecado mortal. De ordinario llevaba un cilicio, y cuando se lo sacaba, daba cuarenta escudos de limosna. El viernes de cada semana ayunaba, se disciplinaba con cadenillas de hierro y servía a los pobres con sus propias manos. Dos veces salió de su reino a fin de conquistar Tierra Santa, y en esas expediciones mostró tanta piedad como coraje. Murió en 1270, en África, a la edad de 55 años. En Roma, el tránsito de san José de Calasánz, Presbítero y Confesor, ilustre por la inocencia de vida y por los milagros; el cual, para instruir en la piedad y en las letras a la juventud, fundó la Orden de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. El Sumo Pontífice Pío XII le constituyó celestial Patrono ante Dios de todas las Escuelas populares cristianas existentes en todo el mundo. Su fiesta se celebra el 27 de Agosto. En Roma igualmente, los santos Mártires Eusebio, Ponciano, Vicente y Peregrino, los cuales, en tiempo del Emperador Cómmodo, fueron primero levantados en el ecúleo y descoyuntados con nervios, después apaleados y quemados con hachas los costados; mas, perseverando fidelísimamente en alabar a Cristo, los acotaron con plomadas hasta expirar. En Roma además, el triunfo de san Nemesio, Diácono, y su hija Lucila, Virgen, los cuales, no pudiendo ser apartados de la fe de Cristo, por orden del Emperador Valeriano fueron degollados. Sus cuerpos, sepultados por el Papa san Esteban y después colocados con más honor por san Sixto II en la vía Apia el 31 de Octubre, fueron por Gregorio V trasladados a la Diaconía de santa María la Nueva, juntamente con los santos Sinfronio, el Tribuno Olimpio con su mujer Exuperia e hijo Teodulo; todos los cuales, convertidos por san Sinfronio y bautizados por el mismo san Esteban, habían sido coronados del martirio. Estos cuerpos, hallados en el mismo paraje en tiempo del Papa Gregorio XIII, fueron más honoríficamente colocados bajo el altar de la misma Iglesia el 8 de Diciembre. En Roma también, san Ginés, Mártir, el cual, siendo Gentil y cómico, mientras se burlaba en el teatro de nuestros sagrados Misterios, delante del Emperador Diocleciano, de improviso se convirtió por divina inspiración a la fe, y fue bautizado. Al punto, por orden del Emperador, fue cruelísimamente apaleado, suspendido en el potro, desgarrado por mucho tiempo con uñas aceradas y quemado con hachas, y al cabo, como perseverase constante en la fe de Cristo, diciendo: «No hay más Rey que Cristo, y si por Él me quitáis mil veces la vida, no me le quitaréis de la boca ni del corazón», mereció, cortada la cabeza, la palma del martirio. En Arles de Francia, otro san Ginés, el cual, ejerciendo el oficio de notario, y no queriendo escribir los impíos edictos contra los Cristianos, antes arrojando en público los registros en prueba de que él también era Cristiano, fue preso y degollado, y así bautizado con su propia sangre, consiguió la gloria del martirio. En Siria, san Julián, Mártir. En Tarragona de España, san Magín, Mártir. En Itálica de España, san Geroncio, Obispo, que en tiempo de los Apóstoles, predicando en aquella provincia el Evangelio, al cabo de muchos trabajos murió en la cárcel. En Constantinopla, san Menas, Obispo. En Utrech, san Gregorio, Obispo. En Monte Falisco de Etruria, santo Tomás, Confesor, que fue Obispo de la Iglesia de Hereford en Inglaterra. En Nápoles de Campania, santa Patricia, Virgen.