2 de agosto _ San Alfonso María de Ligorio, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia D. - Blanco San Alfonso María de Ligorio, Fundador de la Congregación Ilamada del santísimo Redentor, Obispo de Santa Águeda de los Godos, Confesor y Doctor de la Iglesia, que descansó en el Señor en el día de ayer. n. 27 de septiembre de 1696 en Nápoles, Italia; † 1 de agosto de 1787 en Nocera, Italia. Patrono de los confesores; teólogos de moral; personas escrupulosas. Protector contra los escrúpulos y la artritis. Se lo invoca para que asista en la perseverancia final y en las vocaciones. San Alfonso María de Ligorio, nacido en Nápoles en 1696, dejó el foro por el sacerdocio. Obró un gran número de conversiones y fundó la Congregación del Redentor. Toda su vida estuvo consagrada a ganar almas para Jesucristo, a inspirar a los fieles una tierna devoción a la Pasión del Salvador, a la Santa Eucaristía y a la Virgen Madre de Dios. Empleó los momentos que le dejaba la predicación de la palabra de Dios en la composición de gran número de obras de teología y piedad, que lo hicieron elevar al rango de los Doctores de la Iglesia, por disposición de Pío IX. Murió en 1787. Conmemoración de San Esteban, Papa y Mártir En Roma, en el cementerio de Calixto, el triunfo de san Esteban, Papa y Mártir, el cual, en la persecución de Valeriano, mientras celebraba la santa Misa, y sorprendido por los soldados, sin turbarse ni moverse consumaba ante el altar los divinos Misterios, fue en su silla degollado. En Nicea de Bitinia, el martirio de santa Teódota, con sus tres hijos; de los cuales el primogénito, llamado Evodio, confesando animosamente a Cristo, fue apaleado por orden de Nicecio, Prefecto de Bitinia, y luego la madre con todos sus hijos fueron consumidos en la hoguera. En África, san Rutilio, Mártir, que, huyendo muchas veces de un lugar a otro por la persecución, y habiendo algunas evadido el peligro hasta con dinero, al cabo, apresado de improviso y conducido ante el Presidente, fue con muchísimos suplicios atormentado, y, finalmente, arrojado al fuego, recibió la corona de un ilustre martirio. En Padua, san Máximo, Obispo de aquella ciudad, el cual, esclarecido en milagros, descansó con dichoso fin.