6 de mayo _ San Juan "junto a la Puerta Latina". Dm. - Rojo En Roma, san Juan, Apóstol y Evangelista, Ante-Portam-Latinam, el cual, llevado preso por orden de Domiciano desde Éfeso a Roma, por sentencia del Senado, ante dicha puerta fue echado en una caldera de aceite hirviendo, de donde salió más puro y vigoroso que había entrado. Estas palabras de Jesucristo anunciando al discípulo muy amado que bebería, también él, el cáliz de dolor, cumpliéronse cuando Domiciano lo hizo venir de Éfeso a Roma para martirizarlo. Fue llevado fuera de la ciudad, frente a la puerta llamada Latina, y se lo sumergió en una caldera llena de aceite hirviendo; pero salió el santo de ella como de un baño refrescante, más fuerte y vigoroso de lo que entrara. Domiciano desterró al santo Apóstol a la isla de Patmos, donde compuso el Apocalipsis. En Damasco, el tránsito de san Juan Damasceno, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, célebre en santidad y doctrina; el cual, con la predicación y escritos, combatió valerosamente contra León Isáurico por el culto de las sagradas Imágenes. Por calumnias de aquel Emperador, el Príncipe de los Sarracenos le mandó cortar la mano derecha; pero encomendándose a la santísima Virgen María, cuyas imágenes había defendido, súbitamente la recuperó entera y sana. Su fiesta se celebra el 27 de Marzo. En Cirene de Libia, san Lucio, Obispo, de quien hace mención san Lucas Evangelista, en los Hechos de los Apóstoles. En Antioquía, san Evodio, el cual, como escribe san Ignacio a los Antioquenos, fue el primer Obispo, ordenado allí por el Apóstol san Pedro, y terminó la vida con glorioso martirio. En África, los santos Mártires Heliodoro y Venusto, con otros setenta y cinco. En Chipre, san Teódoto, Obispo de Cirinia, el cual, imperando Licinio, padeció gravísimamente y, por fin, vuelta la paz a la Iglesia, entregó su espíritu a Dios. En Carras de Mesopotamia, san Protógenes, Obispo y Confesor. En Inglaterra, san Eadberto, Obispo de Lindisfarne, insigne por su doctrina y piedad. En Roma, santa Benita, Virgen. En Salerno, la Traslación de san Mateo, Apóstol y Evangelista, cuyo sagrado cuerpo, transportado antes de Etiopía a diversas regiones y finalmente a esta ciudad, fue allí mismo sepultado con gran veneración en la Iglesia dedicada a su nombre.