19 de marzo _ San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María, Confesor En Judea, el dichoso tránsito de san José, Confesor, Esposo de la bienaventurada Virgen María y Patrono de la Iglesia universal. San José fue esposo legal de María y padre nutricio de Jesús. Bastan estas dos palabras para su elogio. La gran humildad de que dio pruebas ejerciendo el oficio de carpintero, la solicitud con que rodeó la infancia del Salvador, su respeto para con la Madre de Dios, lo hicieron digno de morir en los brazos de Jesús y de María. ¡Oh dulce muerte! ¿Quieres tú morir como él? Imita sus virtudes e invoca su protección. En Sorrento, los santos Mártires Quinto, Quintila, Cuartila y Marcos, con otros nueve. En Nicomedia, san Pancario Romano, el cual, por congraciarse con el Emperador Diocleciano, renegó de Cristo y adoró a los falsos dioses; pero pronto, por las instancias de su madre y hermana, volvió a la verdadera fe y, permaneciendo en ella con inconmovible constancia, azotado con nervios y degollado, recibió la corona del martirio. El mismo día, los santos Apolonio y Leoncio, Obispos. En Gante de Flandes, los santos Landoaldo, Presbítero Romano, y Amancio, Diácono; los cuales, enviados por el Papa san Martín a predicar el Evangelio, ambos cumplieron fielmente el ministerio apostólico, y después de muertos resplandecieron con muchos milagros. En la ciudad de Penne, la feliz muerte de san Juan, varón de gran santidad, que vino de Siria a Italia, y edificando allí un monasterio, fue por cuarenta y cuatro años Padre de muchos siervos de Dios, e ilustre en virtudes, descansó en paz.