5 de febrero _ Sta. Agueda, Virgen y Mártir En Catania de Sicilia, el triunfo de santa Águeda, Virgen y Mártir, la cual, imperando Decio, por sentencia del Juez Quinciano, después de torturada, abofeteada, descoyuntada en el potro y cercenados los pechos, la revolcaron sobre tejuelas y brasas; y, finalmente, en la cárcel, mientras oraba al Señor, acabó su vida. Qué hermoso espectáculo para Jesús, ver a Águeda despreciar los halagos y amenazas del pretor, a fin de conservar su castidad y su fe! Se le quema el pecho, pero San Pedro se le aparece en la prisión y la sana. Se la desnuda y se la arrastra sobre trozos de vasijas rotas y brasas encendidas, y he aquí que un temblor derriba varios edificios y aplasta bajo sus escombros a dos miembros de la familia del tirano. Asustado el gobernador de las murmuraciones del pueblo, la hace conducir de nuevo a la prisión, en la cual expira, después de una breve oración, hacia el año 251. En Nangasachi del Japón, el suplicio de veintiséis Mártires: de ellos tres Sacerdotes, un Clérigo y dos Legos pertenecían a la Orden de los Menores; otros tres, uno de ellos Clérigo, a la Compañía de Jesús, y diecisiete a la Orden tercera de san Francisco. Todos ellos, crucificados y alanceados por la fe católica, mientras alababan al Señor y predicaban la misma fe, acabaron gloriosamente. El Sumo Pontífice Pío IX los puso en el catálogo de los Santos. En el Ponto, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, en la persecución de Maximiano; de ellos unos, bañados en plomo derretido; otros, atormentados en las uñas con cañas agudísimas y vejados con muchos y horrendos suplicios varias veces repetidos, merecieron del Señor, con tan ilustre martirio, las palmas y coronas. En Alejandría, san Isidoro, soldado y Mártir, a quien, en la persecución de Decio, Numeriano, General del ejército, cortó la cabeza por la fe de Cristo. En Viena, san Avito, Obispo y Confesor, por cuya fe, celo y admirable doctrina se preservaron las Galias de la herética peste del Arrianismo. En Seben de la Recia segunda, san Ingenuíno, Obispor, cuya vida fue ilustre en milagros. Su sagrado cuerpo fue más tarde trasladado a Brixen, donde se guarda honoríficamente En Brixen, san Albuíno, Obispo, el cual trasladóla Cátedra Episcopal de Seben a dicha ciudad, donde, esclarecido en milagros, pasó al Señor.