31 de enero _ S. Juan Bosco, Confesor D. - Blanco En Turín. el nacimiento al cielo de san Juan Bosco, Confesor, Fundador de la Sociedad Salesiana y del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora; insigne por el celo de las almas y por la propagación de la fe: al cual el Sumo Pontífice Pío XI puso en el catálogo de los Santos. Nacido en 1815, San Juan Bosco, hijo de humildes campesinos, perdió a su padre a la edad de dos años y fue educado por su piadosa madre Margarita. Desde que fue elevado al diaconado, comenzó a reunir, los domingos, a los obreros y niños abandonados de Turín. Construyó para ellos un asilo y una iglesia, dedicada a San Francisco de Sales. En 1854, sentó las bases de una nueva congregación, la de los salesianos, que hoy se llaman sacerdotes de Don Bosco; en 1872, fundó las Hijas de María Auxiliadora. Murió el 31 de enero de 1888, venerado por todo el mundo por su santidad y sus milagros. En Roma, en la vía Portuense, los santos Mártires Ciro y Juan, que por confesar a Cristo, después de muchos tormentos, fueron decapitados. En Alejandría, el triunfo de san Metrano, Mártir, a quien imperando Decio, por negarse a proferir, como los paganos le mandaban, palabras impías, molieron a palos todo el cuerpo, y taladrándole ojos y rostro con cañas agudísimas, sin cesar de atormentarle, le arrojaron fuera de la ciudad, y allí le apedrearon hasta expirar. Allí mismo, los santos Mártires Saturnino, Tirso y Víctor. También en Alejandría, los santos Mártires Tarsicio, Zótico, Ciríaco y sus Compañeros. En Cícico del Helesponto, santa Trifena, Mártir, la cual, superados muchos tormentos, finalmente muerta por un toro, mereció la palma del martirio. En Módena, san Geminiano, Obispo, ilustre por la gloria de los milagros. En territorio de Milán, san Julio, Presbítero y Confesor, en tiempo del Emperador Teodosio. En Nápoles, san Francisco Xavier María Bianchi, Confesor, Clérigo Regular de san Pablo, ilustre por los prodigios, dones celestiales y su admirable paciencia; al cual el Papa Pío XII elevó a los supremos honores de los santos. En Roma, santa Marcela, Viuda, cuyas preclaras alabanzas escribió san Jerónimo. También en Roma, la beata Luisa Albertonia, Viuda Romana, de la tercera Orden de san Francisco, esclarecida en virtudes. El mismo día, la Traslación de san Marcos Evangelista, cuando su sagrado cuerpo, de Alejandría, ocupada a la sazón por los bárbaros, conducido a Venecia, fue allí solemnísimamente colocado en la Iglesia mayor, dedicada a su nombre