20 de enero _ Stos. Fabián, Papa, y Sebastián, Mártir. D. - Rojo En Roma, el triunfo de san Fabián, Papa y Mártir, que en tiempo de Decio padeció el martirio y fue sepultado en el cementerio de Calixto. En Roma también, en las Catacumbas, san Sebastián, Mártir, que imperando Diocleciano, como mandase la primera cohorte, fue, por cristiano, atado a un palo en medio del campamento y asaetado por los soldados, y al fin apaleado hasta que expiró. Fabián era un laico cuando fue elegido para suceder al Papa Antero, en el año 236. Una paloma bajó del cielo, se posó en su cabeza y lo señaló, con lo que fue elegido por el clero y el pueblo. San Cipriano le da el título de hombre incomparable, y dice que la gloria de su muerte ha correspondido plenamente a la pureza de su vida. Sebastián, condenado por Diocleciano a ser atravesado con flechas, fue dejado por muerto en el lugar del suplicio. Recobrada la salud, se presentó al emperador y le reprochó abiertamente su impiedad. El tirano, exasperado por tanta audacia, lo condenó a ser apaleado hasta hacerlo expirar bajo los golpes. Una piadosa mujer, de nombre Lucina, recogió sus venerables restos y los colocó en las catacumbas, en el lugar donde hoy se levanta la basílica que lleva su nombre. En Nicea de Bitinia, san Neófito, Mártir, que, siendo de quince años de edad, fue azotado con varas, echado en un horno y expuesto a las fieras; pero quedando ileso, y confesando constantemente la fe de Cristo, por último fue muerto al filo de la espada. En Cesena, san Mauro, Obispo, esclarecido en virtudes y milagros. En Palestina, la dichosa muerte de san Eutimio, Abad, que por su celo de la religión católica y por la virtud de los milagros floreció en la Iglesia, imperando Marciano.